«Recuerden las Hermanas que los enfermos
son imágenes vivas del Señor y
sírvanles como al mismo Señor”.
Para saber más…
Nació en la calle de la Flor Baja de Madrid, junto a la Gran Vía, el 2 de diciembre de 1826, y murió el 11 de octubre de 1887 en Chamberí, entonces extrarradio de la ciudad, donde en 1851 había fundado la congregación de las Siervas de María, ministras de los enfermos.
Sus deseos de consagración a Dios y al prójimo encontraron cauce cuando don Miguel Martínez y Sanz (1811-1890), cura encargado de la iglesia de Chamberí, filial entonces de la de san José, decidió buscar a siete mujeres que atendiesen a los enfermos en sus casas.
Se convierte en la verdadera fundadora e iniciadora de un nuevo carisma. Se trataba de visitar y asistir gratis a los enfermos en sus casas, como al mismo Cristo, respondiendo al abandono en el que tantos vegetaban y se morían en míseros domicilios de aquel Madrid carente de instituciones sanitarias necesarias. El 15 de agosto de 1851 se dio el paso y Manuela cambió su nombre por el de Soledad al tomar el hábito de la nueva congregación, por su devoción por la Virgen de la Soledad venerada en un convento dominico al que acudía a rezar con frecuencia.
Estas mujeres duermen de día en conventos silenciosos en el corazón de las grandes ciudades y por las noches van a la búsqueda de los hogares donde hay un enfermo que necesita que le atiendan en vela hasta la mañana.
Cuando en 1855 don Miguel se marcha de misionero a Fernando Poo, María Soledad hace frente sola a la pobreza y dificultades de la congregación naciente. Pero la maledicencia se ceba con ella hasta ser depuesta de su cargo y apartada de la casa madre de Chamberí. Soportó con paciencia los menosprecios y las calumnias y fue devuelta al frente de las Siervas de María.
Madre Soledad fue beatificada por Pio XII el 5 de febrero de 1950, y el papa Pablo VI la canoniza el 25 de enero de 1970. Aunque las condiciones sanitarias hoy han mejorado, ellas siguen siendo testigos de la fuerza de la Cruz, ante la que no se resisten ni el dolor ni la muerte.
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en la visita a Santa Soledad Torres Acosta.
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28010 Madrid
Santa Soledad Torres Acosta
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Santa Soledad nos enseña con su vida y testimonio la importancia de los enfermos y necesitados. En el Madrid de hoy existe como entonces una tendencia fuerte a evitar mirar todo lo que tiene que ver con el dolor, la enfermedad, la vejez o el sufrimiento. Nosotros, como cristianos, sabemos que Cristo acompaña a los sufrientes, y que nosotros mismos estamos llamados a entregar nuestro tiempo y nuestro cariño a los que más lo necesitan, porque viven solos o están atravesando un momento de dolor.
Por eso, la vida entregada de santa Soledad, su capacidad de entrega incluso en los momentos adversos de su congregación y su servicio a los enfermos como al Señor, tiene mucho que enseñarnos a los cristianos del Madrid del siglo XXI;
- ¿Cómo vives la relación con las personas que sufren en nuestra sociedad? ¿dedicas tiempo a cuidar de los desvalidos? ¿Eres capaz de ver en el enfermo la presencia de Jesús?
- Santa Soledad tiene que atravesar un momento de cruz en su propia congregación ¿Cómo vives tú los momentos difíciles, de incomprensión?
ESPIRITUALIDAD Y ACTIVIDAD PASTORAL DE LAS SIERVAS DE MARÍA MINISTRAS DE LOS ENFERMOS
Las Siervas de María, con nuestra vida, queremos hacer presente a Jesús que amó entrañablemente a los enfermos. Queremos ser memoria viva de JESÚS HOY, HACERLE VISIBLE, con nuestro estilo de vida distinto… Somos mujeres consagradas a Dios, porque hemos sentido su llamada a vivir para Él y queremos manifestarle nuestro amor en el servicio esmerado y gratuito a los enfermos. Las palabras de Jesús en san Mateo son las que nos impulsan: “Estuve enfermo y me visitasteis”… (Mt.25,36)… “Lo que hicisteis con uno de mis hermanos conmigo lo hicisteis” (Mt.25,40)…
Es maravilloso constatar que dentro de la Iglesia hay muchas vocaciones. Y dentro de la Vida Consagrada, hay muchos Institutos, formando todos una armoniosa sinfonía que manifiesta la belleza y riqueza del misterio de Jesucristo.
Las Siervas de María, participamos en la misión salvadora que Cristo confió a la Iglesia cuando dijo a los apóstoles: “Curad a los enfermos y decidles, el Reino de los Dios está cerca de vosotros” (Lc 10,9) Vamos al ministerio en nombre de la Iglesia, a encontrarnos con el hombre que sufre, para llevarle el amor y la misericordia de Dios. Esta misión, junto a los enfermos, la realizamos en ASISTENCIA ESMERADA Y GRATUITA PREFERENTEMENTE A DOMICILIO. (C.3) Esta es la misión de amor y servicio a los hombres que la Iglesia espera de nosotras (C4) Por supuesto, no queda excluida la asistencia en clínicas, hospitales, dispensarios, Centros o donde el enfermo se encuentre. En los países de misión, se hace todo lo posible por mejorar la atención sanitaria en la población, con cuidados personalizados, con campañas de vacunación, educación sanitaria… (Camerún, Filipinas, Bolivia, Cuba)
Prestamos nuestros servicios de día o de noche. En las Comunidades donde predomina el servicio nocturno a domicilio, las hermanas duermen por la tarde. Los rasgos de nuestra asistencia son el esmero y la gratuidad. La perspectiva de que en cada persona que cuidamos está presente el Señor, nos ayuda a mantener la actitud de vigilante atención, de cercanía, de servicio…
En nuestra Congregación, nos forman en la sensibilidad de acercarnos al enfermo de puntillas, como a “tierra sagrada”, cada persona es imagen de Dios y al mismo tiempo, queremos acercar al enfermo y a su familia a la misericordia del Señor. Un rasgo específico de nuestra espiritualidad es SER CONTEMPLATIVAS EN LA ACCIÓN
Jesús nos recomienda: “que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha”. En muchas ocasiones nos encontramos solas con los enfermos y el único testigo de nuestro actuar es el Padre que ve en lo secreto, en lo escondido… También nos viene a la memoria “dad gratis lo que habéis recibido gratis”… sigue vivo ese rasgo de la gratuidad que no sólo se refiere a lo económico, sino que implica que cada Sierva de María, se da con cuanto es y tiene, en favor de los necesitados. Ella ha sido enriquecida con una vocación sin merecerla, la recibe gratuitamente y gratuitamente se ofrece en el cuidado al herido del camino… dándose a sí misma en el servicio generoso y abnegado.
Nuestro referente principal es María al pie de la Cruz. Ella se compadece con su Hijo y se ofrece con Él. En ese momento, recibe el encargo de la maternidad espiritual… y en cierto modo las Siervas de María, sentimos ahí también, una llamada a participar en esa maternidad y siendo madres que acompañan de aquellos se nos confían… María en la Anunciación, que acoge confiadamente la Palabra de Dios y escucha con una profunda atención su mensaje. María en la Visitación a su anciana prima Isabel, mensajera alegre de la Buena Nueva, se apresura a ponerse en camino, portadora de Cristo, nos invita a ir en busca del hermano necesitado de ayuda y cercanía. María en las Bodas de Caná, que intuye y se adelanta ante la necesidad, está pendiente y solícita de que no falte la alegría y se hace intercesora ante Dios. La Sierva de María refleja las actitudes de la Virgen, cuando está pendiente de las necesidades del entorno y ayuda con sana discreción, sin hacer ruido
Otros personajes evangélicos nos iluminan en el camino de seguimiento a Cristo, que pasó haciendo el bien y curando toda clase de enfermedades.
El Buen Samaritano… quien se detiene en el camino, deja su posición y se inclina ante el pobre que encuentra al borde de la calzada. Se arrodilla, le mira de frente, lo levanta y carga con él porque lo ama.
San Juan Bautista que prepara el camino al Señor. Esta es también la misión de la Sierva de María, preparar el camino a Jesús de modo que la gracia crezca cada vez más en la vida de cada enfermo….
El cirineo, nos inspira a aliviar el cansancio y el sufrir. La Verónica, que enjuga el rostro de Jesús…
Cuando llega el momento de ofrecer los últimos servicios a nuestro paciente, cuando ha fallecido, el pensar en María de Betania que ungió el cuerpo del Señor … o en las santas mujeres que madrugaron para embalsamarlo…el Señor lo recibe como hecho a Él mismo. Esta es una visión general de lo que son algunos rasgos de nuestra espiritualidad y actividad pastoral como Siervas de María.
Algunas máximas de SANTA Mª SOLEDAD TORRES ACOSTA
Las palabras de Madre Soledad se hacen semillas de vida, huellas de amor, aroma de violetas. Dios llenó su mente y su corazón, por eso sus frases sencillas y cercanas, rebosan de esa sabiduría, de quien se sabe en las manos de Dios y pueden mirar al mañana con un gozo y una esperanza sin medida.
- Dios me da mucho y sólo tengo este ratito para darle gracias.
- Tengan mucha caridad y unión
- Una buena religiosa lleva la sonrisa en los labios y el amor a la humildad en el corazón.
- Confío en la infinita misericordia del Señor que todo nos saldrá bien.
- Mucha caridad y pedir a Dios para que en todo y por todo hagamos lo mejor que convenga.
- Hay que tener mucha paciencia, mucha caridad.
- Hagan todo por amor del que las crió y dio el ser.
- Los pobrecitos son mis hermanos.
- Dios, en su grande providencia, hará que este granito de mostaza con el tiempo se haga un árbol frondoso.
- Dios sabe lo que nos conviene y hace todo para su mayor gloria.
- Dios lo permite; así nos convendrá. Caridad; mucha caridad y paciencia.
- Sea todo para honra, gloria suya, bien de los prójimos enfermos y santificación de las Siervas.
- Dios sabe mejor lo que nos conviene, por esto yo no me canso de suplicar a ustedes, obren con mucha prudencia, siempre conformes con lo poco y lo mucho, que con esto damos gusto a Dios, paz a nuestras almas.